Si te interesa el marketing o has trabajado tu marca con él, es probable que hayas escuchado hablar de branding. En contra de lo que muchas personas creen, branding no es sinónimo de marca, sino un concepto que va más allá y afecta a todo el proceso por el que se gestiona la marca.
Existen tantas herramientas de branding como objetivos de marca. Así, el branding integra tanto acciones en marketing digital como camisetas personalizadas con el logo de la empresa. Por ello, antes de diseñar una estrategia es preciso distinguir ambos conceptos.
Branding y marca, diferencias fundamentales
Como decimos, el branding se suele definir como el proceso de planificar, gestionar y cumplir los objetivos previstos por la marca. Por su parte, cuando hablamos de marca nos referimos a la identidad propia de la empresa, a sus valores, gestión interna o imagen que los demás tienen de ella o sus productos y servicios. Aunque tanto el branding como la marca funcionan con herramientas visibles (logotipos, campañas publicitarias, etc.) no debemos confundir los mecanismos que utilizamos con su propio concepto.
En líneas generales, el branding hace referencia a decisiones y acciones enfocadas a largo plazo para cumplir los objetivos que se ha propuesto la marca. Para ello se utilizan mecanismos personalizados y dirigidos a una audiencia determinada con la que queremos conectar. A largo plazo, estos mecanismos o herramientas terminan por crear un vínculo con la audiencia, por lo que deben ser estudiadas y no tomadas a la ligera.
Por qué invertir en branding
Una estrategia de branding precisa de una inversión económica. Muchas pequeñas y medianas empresas ignoran este paso considerando que el branding precisará de grandes fondos líquidos y, por lo tanto, solo es utilizado por grandes conglomerados. Sin embargo, el branding es tan necesario como la inversión en marketing digital (una página web, por ejemplo), ya que permite enfocar y orientar los esfuerzos personales de la empresa hacia unos objetivos determinados.
Muchas empresas llevan a cabo tareas de branding sin ser conscientes de ello. El problema es que, en estos casos, no se tienen presentes los objetivos reales, la imagen que los consumidores tienen de nuestra empresa o las herramientas con las que contamos. En líneas generales, apostar por el branding es apostar por ser eficientes. No se trata de invertir grandes cantidades de dinero, sino de trabajar con el tiempo y dinero del que disponemos y enfocarlo hacia una dirección.
Beneficios de invertir en branding
Dependiendo de la marca en cuestión, las campañas de branding utilizan métodos diversos que van desde camisetas o sudaderas personalizadas o eslóganes fácilmente memorizables (“Just do it”) hasta la venta de experiencias y no de productos, como ocurre con ciertos establecimientos. Estos ejemplos nos sirven para entender el concepto de branding en la mente de los consumidores, quienes asocian la estrategia utilizada con la marca.
No obstante, es importante tener en cuenta que el branding es una estrategia a largo plazo. Las empresas que apuestan por el branding, independientemente de su tamaño o sus objetivos, pretenden instaurar una imagen en la mente de los consumidores. Esta puede ser sumamente variada y enfocada a sus servicios o productos, ya sea el low-cost o consumo rápido como el alto precio a cambio de un servicio personalizado.